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Creí que habían otros caminos pero todos volvían a ti.

Simplemente me rendí, eran demasiadas presiones, el dinero, la salud, el éxito, los problemas en la familia, y aquellas voces que me exigían ser perfecta y seguir caminando en mis propias fuerzas, con las rodillas raspadas de tanto caer y pocas fuerzas para volverme a levantar, entonces busqué un lugar cómodo y solitario, un lugar donde nadie iba a interrumpirnos decidí llamarte, decidí rendirme y aceptar que ir sola por este camino no tiene sentido, ¿Qué sentido tendría la vida si solo fuera sufrimiento y esclavitud ante aquellas cosas que nos atan?


Entonces recurrí a ti, con lagrimas en mis ojos y mi corazón quebrantado, de inmediato escuchaste mi voz, recuerdo que decías mi nombre con los brazos abiertos y lagrimas en los ojos, entonces al sentir tu paz y tu amor lloré, te pedí perdón por haberme sentido Dios y creer que podría controlar el universo entero, entonces me rendí, reconocí tu grandeza tu misericordia y tu perdón, de inmediato limpiaste las lagrimas, tomaste mi mano y me dijiste vamos, entonces tu tomaste el timón de mi vida sin olvidar mis sueños y mis anhelos, algunos se fueron y algunos nuevos llegaron, sin ataduras y llena de tu amor continuamos mi camino.


Desde entonces vuelvo al mismo lugar cada noche recordando tus promesas y platicando de tu grandeza, das alegría y paz a mi corazón, eres motor a mi vida y el postre de cada tarde.



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