Hay ocasiones...

Hay ocasiones en las que aprendes a lidiar con la frustración.

Hay ocasiones en las que aprendes a lidiar con el dolor.

Hay ocasiones en las que aprendes a lidiar con el enojo.

Pero hay ocasiones en las que lidiar contigo mismo es lo más fuerte que hay.

Cuando la realidad te alcanza, aprendes a lidiar con el reproche, aprendes a perdonarte, aprendes a afrontar las consecuencias de tus actos. Es un hecho que la realidad va a llegar, va a llegar como un torbellino, va a azotarte más que todo en la vida, vas a querer llorar, gritar, vas a sentir que te asfixias, que te ahogas en la soledad, vas a sentir como tu alma se desgarra, aquel dolor que te hace apretar los dientes sin un pensamiento en específico.

Vas a sentir que la noche y el día son eternos, la locura será tu compañera de noche y día, te perseguirá acompañada o sola, aquel dolor que no podrás callar con música, estarás en penitencia noche tras noche, tratando de perdonarte de dejar ir el hubiera y simplemente aceptar que somos humanos y nos equivocamos, buscarás palabras de aliento pero nada será suficiente, no te levantará ningún pensamiento, solo a través de respirar y esperar, buscar entre tantos pensamientos y tantas bocas la esperanza de volver a intentarlo, aunque no lo veas la vida y el tiempo te dan una segunda oportunidad para amar, para disfrutar de cada instante, de cada respiro, de cada sueño, entonces aprenderás y entenderás que la vida te enseña y que las desiciones tomadas son solo aprendizajes y más adelante confirmarás que tomaste la mejor decisión para la persona que eras en ese momento, no eres víctima ni villano, simplemente eres una persona de carne y hueso, sigue tu camino y veras cosas grandes y maravillosas, el dolor y la frustración se irán desvaneciendo y con el tiempo, el amor y la ilusión volverán a tu vida, solo sigue caminando.